viernes, 9 de noviembre de 2007

Querido Antonio Rios

El martes por la mañana desde bien temprano comenzó a sonar mi teléfono, parecía como si por su forma insistente de sonar quisiera decirme algo, desgraciadamente cuando los teléfonos quieren decir algo ese “algo” nunca es para un bien, y como no podía hablar llegó un mensaje. No podía ser cierto, otra vez la carretera se había vestido de muerte para arrebatarnos a uno de los nuestros y bien digo de los nuestros porque Antonio es un villanovense ejemplar. En pocas palabras es imposible poder agradecer todo lo que Antonio ha trabajado por los demás, es imposible porque no existe esa palabra, esa frase que diga todo lo que has hecho por nosotros. Tengo mucho que decir pero me atormenta dejarme cosas en el tintero, recuerdo las mañanas en la obra hablando del Madrid y del Barça, de la ilusión que tienes por tu hija con sus primeras prácticas, las conversaciones con el aparejador municipal diciéndole que ahora había empezado a estudiar arquitectura, de las obras que nunca se terminaban,... pero tu pasión ha sido siempre el fútbol, no conozco a otros delegados de campo pero tan comprometidos como tú no debe de haber más que otro en el mundo, por tu entusiasmo y tu afán de llevar adelante las cosas sabes que seguiste con la escuela de fútbol, con tu entusiasmo contagiabas a los muchachos de tu equipo, incluso a tu hijo, ibas a por ellos a casa y se los devolvías a sus padres para que no hicieran de las suyas en la calle.
Querido Antonio, ahora que nos has dejado me alegra haberte conocido, me alegra que hayas compartido con nosotros tu trabajo, tus ilusiones, tu vida. Sé que donde estás conocerás a gente y allí tu ilusión también será la nuestra. No quiero antes de terminar, sino reiterarte mis agradecimientos y acompañar a tu familia en este duro trance.

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